domingo, 21 de octubre de 2012

UN AGUJERO EN TU VIDA Y UNA ROCA.


   Mis fieles y queridos lectores son de sobra conocedores de mi afición por la ciencia ficción, los relatos fantásticos y "frikadas" varias.

   Bien, pues entre esa aficiones, hay una serie americana que sigo con fruición y deleite, "The Vampire Diaries". Sí, una serie de vampiros. Desde siempre me han atraído los vampiros. Ese peso sobre los hombros de saberte inmortal. Esa certeza de que existe el infinito, y que tú estás atrapado en él. Y luego, las preguntas filosóficas sobre el bien y el mal, traídas siempre mediante la presentación de dos personajes opuestos: el vampiro "con alma", el que sufre por matar. Al que atormenta el modo en que su naturaleza le obliga a sobrevivir. Y el "desalmado". El que acepta sin problemas su esencia, e incluso disfruta con su forma de vida. Y todo eso, eternamente.

   Pero inevitablemente, ya sea en la literatura, en el cine, o en una serie de televisión, inevitablemente, cuando vas conociendo a los personajes, cuando el escritor te va desentrañando sus pensamientos y sentimientos más profundos, vas descubriendo que el despiadado depredador no lo es tanto, y que su comportamiento es fruto de su desesperación por el conocimiento profundo e hiriente de la cruda realidad. Sin tapujos. Sin ambajes. Sin excusas.

   Estos días, tocaba ver el capítulo semanal de mis colegas chupasangres, y cómo no, allí me dirigí presta a darle al play de mi pc para introducirme en su mundo irreal. Sin ánimo de contaros de qué va la historia, debo hacer algunos apuntes de su trama para que entendáis lo que os quiero hacer llegar: pueblo típico americano, dúo de hermanos huérfanos que, mientras en su grupo de amigos, algunos van muriendo y otros convirtiéndose en bebedores de sangre, descubren que su pueblito idílico está maldito y lleno de vampiros y otras criaturas de la noche. Entre tanto, después de 100 años, han vuelto a ese pueblo, su hogar, una pareja de hermanos/vampiro que, oh, sorpresa, acaban enamorados de la misma pobre chica huérfana. Lo dicho, un hermano es bueno, buenísimo y se lleva a la chica. El otro, es de esos malos a los que no les importa nada ni nadie. El ogro del cuento. Por supuesto, en cada temporada, un par de personajes importantes van muriendo, para aumentar la tragedia de la trama, y en la anterior a la actual, le tocó el turno al único que parecía entender y apreciar al chico malo, al vampiro que a pesar de todo, sigue ahí, salvando una y otra vez a su amada, a su hermano, a los amigos de ellos......pero sin que nadie llegue a considerarlo nunca uno de ellos.

    En el último capítulo emitido y visto por estos ojitos, hay una tragedia en la que muere gente y por cuestiones del guión (cómo no..), ni siquiera puede haber un funeral normal. Por eso, al final del capítulo, el hermano bueno, el vampiro noble, reune a todo el grupo para celebrar una especie de ritual, con encendida de farolitos incluida, para verbalizar su dolor, despedirse y seguir adelante. Todos, menos el hermano "malo", que se marcha porque considera que hay cosas más importantes de las que ocuparse en ese momento (una cosilla sin importancia, la vida de la chica corre peligro, pero nada más........). Y se marcha del lugar de la reunión. Sólo. Pero a nadie le extraña. Nadie le detiene. Nadie intenta hacerle quedar. Total, así es él. Preocupado sólo de sí mismo.

   La siguiente secuencia, nos muestra a Damon, el ogro. El malo. Porque siempre es el que dice lo que nadie quiere oír, el que siempre pone voz a las malas noticias, mientras los demás callan, en el cementerio, sentado frente a la tumba del que fue su verdadero amigo. Probablemente el único que tuvo nunca. Y no me resisto a reproducir el dialogo de la escena. Pónganle un poquito de imaginación... y escuchen:

" Ellos jugando con faroles flotando en el cielo.¿Puedes creerlo? Los faroles japoneses son un símbolo de dejar marchar el pasado. Bueno. Pues te tengo una noticia: no somos japoneses. ¿Sabes lo que son? Niños. Como si encender una vela fuera a hacer que todo vaya bien. O incluso decir una oración, o pretender que Elena no va a acabar siendo como el resto de nosotros, los vampiros asesinos. Estúpidos, delirantes y exasperantes niños. Ya sé lo que vas a decir: "les hace sentir mejor, Damon." ¿Y qué? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Un minuto? ¿Un día? ¿Qué diferencia hay? Porque al final, cuando pierdes a alguien, cada vela, cada oración, no va a compensar el hecho de que lo único que te queda es un agujero en tu vida donde esa persona que te importaba solía estar. Y una roca. Con una fecha de cumpleaños tallada en ella. Así que, gracias, amigo. Gracias por dejarme aquí para cuidar niños. Porque hace tiempo que debería haberme marchado. No conseguí a la chica, ¿recuerdas? Estoy atrapado aquí, luchando con mi hermano y cuidando a los niños. Me debes una. Me debes una enorme."

   Y no dudaré un instante en confesar que lloré como una imbécil viendo al personaje de Damon, del que nadie se preocupa porque es el duro. Porque es el fuerte. Porque es el que siempre está dispuesto a hacer lo que sea necesario, aunque para ello haya que mancharse las manos. Porque es el único que no le pone paños calientes a los problemas. Porque es el único que llama a las cosas por su verdadero nombre. Porque es el único que entiende que la vida es una jungla en la que todos somos depredadores y en la que todos luchamos por nuestra propia supervivencia. Porque es el único que comprende de verás la verdad desnuda y cruel del destino: que es él quién manda, y tú sólo puedes enseñar tus dientes, plantar firmes tus pies en el suelo y retarlo diciéndole: aquí estoy yo. Conozco mis miserias, soy consciente de mis defectos, sé que he cometido errores, pero mi instinto de supervivencia me hará seguir aquí. Siempre. Engullendo cada gota de dolor. Tragando cada ápice de sufrimiento. Porque YO SOY EL FUERTE. Así lo han decidido los demás. Y mientras yo siga en pie, los otros seguirán teniendo una oportunidad. Aunque lo único que tenga sean agujeros en mi vida y eternas cicatrices sangrantes. Aunque sólo pueda venir a contártelo a ti, amigo que yaces bajo tierra. Aunque sólo la roca que lleva tu nombre sea testigo de mi soledad y mi dolor. Porque estoy atrapado aquí, luchando con mi hermano y cuidando a los niños.

   Y podéis llamarme loca, pero me sentí tan identificada con esos sentimientos, con esa sensación, que lloré, lloré por Damon...pero sobre todo, lloré por mi, y por todos los agujeros de mi vida.

   Mientras Damon se marchaba del camposanto, tras charlar con una tumba, el espíritu de su amigo le despedía diciendo: "Yo también te echo de menos, colega" (beneficios de la ficción)

   Y entonces volví a llorar. Pero esta vez lloré por ese regalo de esperanza. Por la posibilidad de que mis rocas también me escuchen, también me cuiden y, como yo, también me echen de menos.

2 comentarios:

  1. No eres la única que lloro con esa parte...

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    1. Me alegra encontrar a alguien que sintiera y sintiera duro con esa secuencia. Cosas de Damon, verdad?.......

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