jueves, 21 de agosto de 2014

FERRUSOLAS DEL MUNDO.


   Estos días de canícula y sopor, ha saltado la noticia. Lo que era un secreto a voces, conocido por todos, aprovechado por "más" y silenciado por el conjunto, ha saltado a la prensa y como consecuencia, ahora todos sabemos que además de feo, bajito e inteligible, el "padrino" del "país sin rey del norte", es un chorizo.

   Y verán ustedes, queridos leyentes, lo peor de todo no es comprobar que el inspirador del mutante Kuato de la película "Desafío Total" (me niego a insultar al gran Maestro Yoda comparándolo con él, que es capaz de mandarme al lado oscuro de la fuerza al completo......) está podrido de billetes, engañó a to quisqui durante años y que su esposa y él son más fecundos que una pareja de conejos. Lo peor es tener que verlo toooodooos los días a la hora de comer, de merendar, de cenar, ....... ¡¡Qué horror!!. De esta, al psiquiatra, por el trauma.......

   Pero no es Pujol el que me interesa hoy (ni nunca...). Sino su mujer. Su Marta. Su abnegada esposa. La mamma de la familia. La Ferrusola.

   Dice el dicho, que "detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer". Yo me atrevo a rectificar a la sabiduría popular y más bien alego, que "para que un hombre haga algo, detrás tiene que haber una mujer". Y no se me echen encima los varones, que en este caso, no es un desprecio al género masculino, sino más bien al contrario. Y es que, hombres del mundo, sí. Es cierto. Las mujeres somos malas. Unas más que otras. Pero lo somos.

   Es innato. Y luego las hay que se entrenan a conciencia, llegando a límites dignos de sesudos estudios científicos.

   Y nuestra "amiga norteña" es un ejemplo claro. No hace falta ser muy espabilado para comprender que ella ha sido, es y seguirá siendo el cerebro de "la familia" (pónganle ustedes el acento italiano y roto cuando lean "la famiiliaa", que de momento, la tecnología no me deja hacérselo llegar....). Pero es que además, esas idílicas imágenes vacacionales, nos han dejado frases para la historia que lo corroboran. Por si había dudas, vaya.

   "No te preocupes, Jordi, que todo esto se olvida." o "Nos acordaremos de todos los que ahora nos dan de lado". Aquí, pónganle ustedes el acento catalino y de mamma revenía, versionando el famoso "dientes, dientes, que eso jode....".

   Y es que, no nos engañemos. Cuando en nuestras vidas nos encontramos con hombres cabrones, traidores, malvados y ratas, es porque detrás siempre hay una hija puta.

   Las hay con más clase y con más neuronas. Las hay que, de simples aficionadas, dan asco/pena. Las hay que se las ve venir desde el principio. Las hay que tardan más en enseñar la patita. Pero todas son soberbias, pedantes, impertinentes y fatuas. A todas les encanta ser el centro de atención, aunque se disfracen de falsa modestia e intenten poner carita de ficticia vergüenza por la atención recibida. Todas son ambiciosas y calculadoras. Frías como el hielo a la hora de ordenar a sus hombres ejecuciones o sangre.

   Y todas, todas esas ilustres descendientes de meretrices que se esconden tras sus machos canallas, son las culpables de que sus descendientes nazcan, crezcan y mueran sin principios y sin valores. Pues maman bilis y egoísmo. Comen pedazos de "todo vale" y de "pisa las cabezas que haga falta". Duermen mecidos por nanas infectas de veneno y odio.

   Por desgracia, el mundo está lleno de Ferrusolas. Porque el mundo está lleno de mediocres capullos alzados en aras que no les corresponden a las que han llegado tras haber sido intoxicados por la ponzoña que sus hembras han ido derramando sin cesar a través de sus oídos.

   Yo conozco Ferrusolas. Las hay a mi alrededor. Me las encuentro en la plaza, en perfiles falsos de facebook, en mis calles, en mi pueblo, ..... Tú, que estás leyendo esto ahora mismo, también las conoces. Y sabes que llevo razón.

   Y es que con un hombre bueno, sólo puede haber una buena mujer. Y viceversa.

miércoles, 6 de agosto de 2014

ESPADAS VENDIDAS.

   Espaldas desnudas. Olas que rompen contra la proa de la exigua flota griega. Sudor mezclado con el salitre del Mediterráneo. Espadas. Corazones que se desbocan al contemplar el horizonte. Arengas. Palabras que salen de lo más profundo de las entrañas de hombres que van a mirar a los ojos a la Parca. Brazos que la abrazan después de haberla buscado toda una vida. Sangre. Muerte. Guerra.

   Anoche veía en la tranquilidad de mi casa mi recién adquirida copia de "300. The rise of an Empire." Sé que probablemente la mayoría de los mortales no vive como yo esas secuencias épicas en las que las técnicas más avanzadas nos recrean lo que muy probablemente fue nuestro pasado.

   Mis queridos leyentes saben que siempre he considerado que el destino cometió un grave error conmigo. "Me equivocó de época". Soy una especie de viajero en el tiempo, desubicada, melancólica, perteneciente a tiempos pasados. Mis amigos me han oído mil veces decir que en la antigüedad todo era más fácil.

   Clamores de sangrientas batallas. El aire se tornaba pesado y arrastraba un penetrante olor a sangre y muerte. Tierras mojadas. Cenizas. Fuegos. Destrucción. Ese era el día a día de nuestros antepasados. Comandantes de mentes brillantes dirigiendo a sus ejércitos a victorias imposibles, a momentos que cambiaron nuestro mundo.

   Y diréis, ¿se ha vuelto loca? ¿Ira, fuego, muerte?. ¿Eso era mejor?. Y yo os digo, no. Simplemente era más fácil.

   Las fronteras se ganaban piel con piel. Cuerpo contra cuerpo. Donde no valía ser más numeroso o más rico. En el fango del campo de batalla sólo valía la destreza de tu brazo, la rapidez de tus ojos y la claridad de tu mente. En medio de la refriega sólo estabas tú y tu oponente. Nadie más. Nada más. Y tus principios. El griego libre que luchaba por la idea de democracia, convencido de que esa era la dirección correcta, debía sentir en su espalda el apoyo infinito de todo un país, de generaciones de griegos que luchaban a su lado por el simple hecho de poder decidir su destino. La libertad. Como una ligera brisa que le refrescaba el cuerpo herido, sangrante y doliente lo justo para seguir luchando. Un mandoble más. Un enemigo menos.

   Y los reconocimientos no venían sino por demostrar tu valor y tu destreza. El valiente guerrero, el que llevaba el cuerpo machacado a cicatrices, el que había pisado la sangre y olido el miedo, el que había entrado en el infierno y había demostrado que podía salir. Ese era el que tenía reconocimiento. ese era el que era recompensado con el ascenso. Y la gloria.

    Hoy, ya no hay grandes guerras entre grandes Imperios. Ya no hay guerreros feroces que se ganen a pulso gloria y fama. Hoy, sólo quedan mercenarios, en su vertiente desalmada y sin principios, sin patria y sin moral, espadas vendidas junto a su alma al diablo más rico.

   Las fronteras, los países y los intereses del mundo hoy se gestionan a través de la política. Y por desgracia, el 99'9% de nuestros actuales políticos (....porque siempre puede quedar un 0'1% despistado.....) son simples espadas rotas vendidas al "aparato" del partido que los mantiene, a las que no les importa nada ni nadie, pues no tienen patria o ideales que defender, más allá de su sueldo. Concejales, alcaldes, asesores, asesores de los asesores.....no son más que un ejército maldito de personajes sin oficio ni beneficio que han visto en la política la forma fácil de ganarse un pan podrido y purulento que caliente sus desgraciados estómagos a cambio de su dignidad y los pilares más básicos que alguna vez los definieron como personas.

   Mercenarios de la política, que no políticos, eso es lo que son. Pues sólo les mueve el ánimo de lucro. Sólo por el beneficio personal. Con poca o nula consideración de la ideología del bando del que cobra. Asesinos del arte de la política por un sueldo manchado con la sangre y la memoria de aquellos que creyeron en ella, lucharon por ella y hasta murieron por ella. 

   Ya no hay piel con piel. Ya no es necesario demostrar que has estado sumergido hasta las cejas en la miseria de la batalla para conseguir un puesto. Sólo vale pertenecer a la corte del Rey que reine, y saber loar sus beldades mejor y con más gracia que el bufón de al lado. Ya no existe la nobleza de la espada, empuñada por un brazo fuerte y firme. Los malditos usurpadores de vidas siguen matando e hiriendo si es necesario, pero sus armas son un frío teléfono y una cobarde tecla de ordenador. Lejos del peligro. Lejos del enemigo. Sin la capacidad de mirar a los ojos a quienes han de matar.

   Les pido perdón a mis queridos leyentes si hoy estoy especialmente dura o beligerante. Pero ayer pasaron dos cosas.

   La primera, que tuve conocimiento de que uno de esos espadas vendidas ha vuelto a cambiar de dueño. Su maldita tecla y su hediondo teléfono han cambiado de despacho. Han subido un par de escalones. ¿Y qué ha demostrado para ello? NADA. Ser un cobarde, un inepto, insultar a un pueblo, a sus gentes, amedrentar y hasta ser lo suficientemente torpe de hacerlo por escrito. Cagarla una y otra vez, y demostrar en cada una de esas ocasiones, estar preocupado únicamente de su culo, sin importarle una mierda ni sus "compañeros" ni el pueblo al que servía o debería haber servido. Asco de mundo.

   La segunda, tuve la comparación con las capas carmesí de los 300 de Leónidas que murieron intentando detener a 10.000 persas sólo con su cuerpo, su espada y su corazón guerrero.

   Guillermos del mundo, no se os pide que deis vuestra vida. No se os pide que seáis espartanos. No se os pide que ensuciéis vuestras "pulcras" manos en el barro de las Termópilas.

   Sería suficiente con que no pisotearais de una forma tan asquerosa ni el recuerdo de los valientes, ni las almas de los incorruptibles.

   Guillermos del mundo, habéis elegido vivir arrodillados. Sois la vergüenza del genero humano.

   Y llegará el día en que tengáis que rendir cuentas a los que eligieron morir de pie.