No sé si empezar esta entrada de mi diario digital pidiendo disculpas. Y disculpas dobles. La primera: porque me gustan los toros. Soy una fiel seguidora del arte taurino, y aunque me falta mucho por aprender, poseedora de algunos conocimientos básicos de la tauromaquia. La segunda: NO ME GUSTA JOSÉ TOMÁS.
Y como no me decido por cuál de los pecados es más gordo, he tomado la decisión salomónica de no pedir perdón por ninguna de las dos.
Me gustan los toros, sí. Y como a todos los que nos gustan, valoramos, respetamos y disfrutamos de su belleza, de sus características y de su condición más que ningún otro. Son animales esplendidos y verlos en una dehesa, disfrutando como ningún otro animal de una vida llena de cuidados y atenciones, no tiene precio. Y luego están los toreros. Esas personas que aman tanto a esos animales, que cada tarde, en un combate de igual a igual, retan a la parca pidiendo que si han de morir lo hagan a manos del animal que ha sido, es y será su vida. No existe otro animal salvaje más querido, conocido, estudiado, respetado y atendido con más medios y con más mimo.
Y ahora es cuando todos esos que se hacen llamar "defensores de los animales" se están poniendo las manos en la cabeza, echando espumarajos por la boca y tachándome de salvaje, retrógrada, facha (...es inevitable....ese sale siempre...) y miles de improperios más. ¿Cómo puede defender el sufrimiento de un animal?, ¿Cómo puede defender que lo hagan sangrar y lo maten frente a una masa enfervorecida que aplaude la barbarie?...... Pues miren ustedes, yo se lo explicaré: porque no soy hipócrita.
No disfruto con el sufrimiento de ningún animal, ni de nada, ni de nadie. Y el torero, picador, el caballo, y hasta el último miembro de la cuadrilla de cualquier maestro, tampoco. Y si son buenos profesionales, infringirán el menor de los daños posibles al animal. Al igual que una enfermera procura atinar a la primera cuando va a sacarte sangre. Y si el matador es diestro, el animal recibirá una estocada certera que acabará con la vida de su oponente con celeridad y presteza.
Pero todo ese proceso lo veo. Cuando el toro, el ternero, el cordero, el cerdo o el pollo van al matadero, yo no puedo juzgar la presteza del carnicero que allí le hace la "faena" al animalito y si los mata con más o menos estertores. Pero como eso no se ve, luego, para comérselos, ningún reparo, oigan......
Mientras tanto, el toro bravo, vive un mínimo de cinco años de vida envidiable y feliz, y después, sobre el albero puede luchar por su vida, incluso arrebatando la vida del torero, y si en el ruedo es capaz de mostrar su bravura y su nobleza, es recompensado con una vida de mimos infinitos con la única tarea de ejercer de semental. Yo, humana, sobrellevo una vida de golpes, puñaladas, sangre en mi cuerpo y en mi alma y no tengo legiones de pancarteros en la puerta de casa exigiendo del mundo que respete mis derechos a la vida sin falsedades, rencores, envidias y dolores producidos por la maldad humana. Por no hablar de que me gustaría viéndolos comer bandejas repletas de mariscos (hervidos vivos) o de patés franceses (conseguidos a base de reventárles el hígado tras enterrarlos vivos y embutirles la comida) o de ................ Lo dicho: hipocresía pura y dura.
Me gustan los toros. Y no voy a pedir disculpas por ello.
La segunda de las faltas que aquí hoy confieso a mis queridos lectores es que no me gusta "la revolución de los ruedos", el "nuevo rey de las plazas", la recién inaugurada "leyenda". No me gusta José Tomás.
Tampoco me gusta como persona, pero eso no viene al caso. Lo importante es que no me gusta su forma de torear. Siempre me han gustado los toreros que plantan manoletinas en tierra y no corrigen su posición ni un milímetro, sabiendo llevar al morlaco por donde ellos quieren. Y reconozco que Tomás lo hace. Ese será el único mérito que le reconoceré y lo único que salvaré de sus formas. Por todo lo demás, me parece que tiene un modo de ejercer el toreo tosco, brusco, agresivo si me apuran. No hay pase que le dé al animal, en que éste no acabe enganchando el engaño. Ni uno sólo. Y para mi, eso no es un buen torero.
Otro de sus detalles que detesto es que la gente considere que lleva tantas cogidas en el cuerpo porque es muy valiente. Para mí, tanta cornada sólo puede responder a dos razones: el desconocimiento de la técnica o la temeridad suicida. Ninguna de las dos me gustan.
El buen torero, ha de calar el carácter y los vicios de cada uno de sus oponentes. Con el primer vistazo, con el primer pase. Y a partir de ahí, ser más listo. Poder con el toro, no que el toro pueda contigo. Evidentemente, no es una ciencia exacta. Puede fallar...y falla...y por eso la mayoría llevan en su cuerpo algún tajo regalo de uno de sus rivales. Tomás lleva uno de cada uno de los que ha toreado.
Para mí, otro de los rasgos de un buen torero es ese que es capaz de hacer de un toro malo, un toro bueno. Ese que con un animal manso, protestón o mal creído, es capaz de acabar llevándolo a su terreno y haciendo la faena que el maestro quiere, no la que quiere el astado. En la mayor parte de buenas faenas de Tomás, el cornúpeta ha sido indultado por sus dotes especiales. Otro minipunto menos para José.
Y ahora llámenme mal pensada, bruta o lo primero que se les venga a la mente, pero siempre he tenido la sensación de que busca la muerte. En cada corrida, tengo la sensación de que busca desesperadamente a su propio "Islero" de modo que su nombre pase directamente al Olimpo taurino. Y no me gustan los que buscan la gloria con atajos. Gánatela. Lúchatela y estarás allí por méritos propios. Esa sensación de que intenta ser el matado y no el matador, lo envía directamente a mi lista de cobardes.
Sebastián Castella, Juli, el grandísimo Manzanares Jr. son infinítamente mejores diestros que él, pero no hay nada tan irracional e incoherente como una moda.
Y luego está mi adorado Ponce. Elegancia en estado puro. Técnica casi perfecta. Despaciosidad y recreación en sus faenas. Capacidad de sacar de auténticos cabestros auténtico arte. Y sobre todo, para mí, no ha habido, no hay, ni habrá pases de pecho como los suyos.
Pero es que cual israelitas desmotivados a lo pies del monte Sinaí, se ha construido un nuevo ídolo de oro, y la masa sin conocimientos y sin personalidad, corre presta a situarse en primera fila, para que se les vea bien, para que todo el mundo sepa que están en la onda.
Y mientras yo, ....como siempre......contra corriente.......