domingo, 30 de septiembre de 2012

SOBREVIVIRÉ


Hoy no quiero escribir. Hoy, que empiezo a sentir que tras la cicatrización de las heridas, que tras la curación de los estigmas, comienza a titilar de nuevo la llama de mi fortaleza perdida, esa que siempre me mantuvo firme frente a la tempestad de la vida, no me apetece escribir. Hoy, que cual Fawkes, en mi traje de fénix comienza a resurgir un nuevo plumaje, más bello, más firme, más colorido y más abundante. Hoy no me apetece escribir. Mi cuerpo, mi mente, ... hasta la última de mis células, me piden compartir una canción, una letra que define a la perfección mi estado de ánimo.

  Imagínense mis queridos lectores, la fuerza y el derroche de voz de la interprete mientras lo leen, y comprenderán mejor mi recuperada situación. Conocen la canción... y a su autora. Mónica Naranjo. Pónganse en situación, y "escuchen" cómo he resurgido de mis cenizas:



                                           "Tengo el ansia de la juventud 
                                            tengo miedo, lo mismo que tú 
                                 y cada amanecer me derrumbo al ver 
                                        la puta realidad. 
                                              No hay en el mundo, no 
                                              nadie más frágil que yo. 

                                           Pelo acrílico, cuero y tacón 
                                         maquillaje hasta en el corazón 
                                       y al anochecer vuelve a florecer 
                                                  lúbrica la ciudad. 
                                             No hay en el mundo, no 
                                     nadie más dura que yo. 
                                                     ah, ah, ah, ah! 
                                          debo sobrevivir, mintiéndome. 

                                       Taciturna me hundí en aquel bar, 
                                 donde un ángel me dijo al entrar: 
                                "ven y elévate como el humo azul, 
                                       no sufras más amor" 
                                         y desgarrándome 
                                      algo en mi vida cambió. 

                                                 SOBREVIVIRÉ, 
                                      BUSCARÉ UN HOGAR
                          ENTRE LOS ESCOMBROS DE MI SOLEDAD
                                               PARAÍSO EXTRAÑO, 
                                              DONDE NO ESTÁS TÚ, 
                                Y AUNQUE DUELA QUIERO, LIBERTAD
                                            AUNQUE ME HAGA DAÑO

                                                    Ah, ah, ah, ah! 
                                        debo sobrevivir, mintiéndome." 


lunes, 24 de septiembre de 2012

A MI NO ME GUSTA JOSÉ TOMÁS


  No sé si empezar esta entrada de mi diario digital pidiendo disculpas. Y disculpas dobles. La primera: porque me gustan los toros. Soy una fiel seguidora del arte taurino, y aunque me falta mucho por aprender, poseedora de algunos conocimientos básicos de la tauromaquia. La segunda: NO ME GUSTA JOSÉ TOMÁS.

   Y como no me decido por cuál de los pecados es más gordo, he tomado la decisión salomónica de no pedir perdón por ninguna de las dos.

   Me gustan los toros, sí. Y como a todos los que nos gustan, valoramos, respetamos y disfrutamos de su belleza, de sus características y de su condición más que ningún otro. Son animales esplendidos y verlos en una dehesa, disfrutando como ningún otro animal de una vida llena de cuidados y atenciones, no tiene precio.   Y luego están los toreros. Esas personas que aman tanto a esos animales, que cada tarde, en un combate de igual a igual, retan a la parca pidiendo que si han de morir lo hagan a manos del animal que ha sido, es y será su vida. No existe otro animal salvaje más querido, conocido, estudiado, respetado y atendido con más medios y con más mimo.

   Y ahora es cuando todos esos que se hacen llamar "defensores de los animales" se están poniendo las manos en la cabeza, echando espumarajos por la boca y tachándome de salvaje, retrógrada, facha (...es inevitable....ese sale siempre...) y miles de improperios más. ¿Cómo puede defender el sufrimiento de un animal?, ¿Cómo puede defender que lo hagan sangrar y lo maten frente a una masa enfervorecida que aplaude la barbarie?...... Pues miren ustedes, yo se lo explicaré: porque no soy hipócrita.

   No disfruto con el sufrimiento de ningún animal, ni de nada, ni de nadie. Y el torero, picador, el caballo, y hasta el último miembro de la cuadrilla de cualquier maestro, tampoco. Y si son buenos profesionales, infringirán el menor de los daños posibles al animal. Al igual que una enfermera procura atinar a la primera cuando va a sacarte sangre. Y si el matador es diestro, el animal recibirá una estocada certera que acabará con la vida de su oponente con celeridad y presteza.

   Pero todo ese proceso lo veo. Cuando el toro, el ternero, el cordero, el cerdo o el pollo van al matadero, yo no puedo juzgar la presteza del carnicero que allí le hace la "faena" al animalito y si los mata con más o menos estertores. Pero como eso no se ve, luego, para comérselos, ningún reparo, oigan......

   Mientras tanto, el toro bravo, vive un mínimo de cinco años de vida envidiable y feliz, y después, sobre el albero puede luchar por su vida, incluso arrebatando la vida del torero, y si en el ruedo es capaz de mostrar su bravura y su nobleza, es recompensado con una vida de mimos infinitos con la única tarea de ejercer de semental. Yo, humana, sobrellevo una vida de golpes, puñaladas, sangre en mi cuerpo y en mi alma y no tengo legiones de pancarteros en la puerta de casa exigiendo del mundo que respete mis derechos a la vida sin falsedades, rencores, envidias y dolores producidos por la maldad humana. Por no hablar de que me gustaría viéndolos comer bandejas repletas de mariscos (hervidos vivos) o de patés franceses (conseguidos a base de reventárles el hígado tras enterrarlos vivos y embutirles la comida) o de ................  Lo dicho: hipocresía pura y dura.

   Me gustan los toros. Y no voy a pedir disculpas por ello.

   La segunda de las faltas que aquí hoy confieso a mis queridos lectores es que no me gusta "la revolución de los ruedos", el "nuevo rey de las plazas", la recién inaugurada "leyenda". No me gusta José Tomás.

   Tampoco me gusta como persona, pero eso no viene al caso. Lo importante es que no me gusta su forma de torear. Siempre me han gustado los toreros que plantan manoletinas en tierra y no corrigen su posición ni un milímetro, sabiendo llevar al morlaco por donde ellos quieren. Y reconozco que Tomás lo hace. Ese será el único mérito que le reconoceré y lo único que salvaré de sus formas. Por todo lo demás, me parece que tiene un modo de ejercer el toreo tosco, brusco, agresivo si me apuran. No hay pase que le dé al animal, en que éste no acabe enganchando el engaño. Ni uno sólo. Y para mi, eso no es un  buen torero.

   Otro de sus detalles que detesto es que la gente considere que lleva tantas cogidas en el cuerpo porque es muy valiente. Para mí, tanta cornada sólo puede responder a dos razones: el desconocimiento de la técnica o la temeridad suicida. Ninguna de las dos me gustan.

    El buen torero, ha de calar el carácter y los vicios de cada uno de sus oponentes. Con el primer vistazo, con el primer pase. Y a partir de ahí, ser más listo. Poder con el toro, no que el toro pueda contigo. Evidentemente, no es una ciencia exacta. Puede fallar...y falla...y por eso la mayoría llevan en su cuerpo algún tajo regalo de uno de sus rivales. Tomás lleva uno de cada uno de los que ha toreado.

   Para mí, otro de los rasgos de un buen torero es ese que es capaz de hacer de un toro malo, un toro bueno. Ese que con un animal manso, protestón o mal creído, es capaz de acabar llevándolo a su terreno y haciendo la faena que el maestro quiere, no la que quiere el astado. En la mayor parte de buenas faenas de Tomás, el cornúpeta ha sido indultado por sus dotes especiales. Otro minipunto menos para José.

   Y ahora llámenme mal pensada, bruta o lo primero que se les venga a la mente, pero siempre he tenido la sensación de que busca la muerte. En cada corrida, tengo la sensación de que busca desesperadamente a su propio "Islero" de modo que su nombre pase directamente al Olimpo taurino. Y no me gustan los que buscan la gloria con atajos. Gánatela. Lúchatela y estarás allí por méritos propios. Esa sensación de que intenta ser el matado y no el matador, lo envía directamente a mi lista de cobardes.

   Sebastián Castella, Juli, el grandísimo Manzanares Jr. son infinítamente mejores diestros que él, pero no hay nada tan irracional e incoherente como una moda.

   Y luego está mi adorado Ponce. Elegancia en estado puro. Técnica casi perfecta. Despaciosidad y recreación en sus faenas. Capacidad de sacar de auténticos cabestros auténtico arte. Y sobre todo, para mí, no ha habido, no hay, ni habrá pases de pecho como los suyos.

   Pero es que cual israelitas desmotivados a lo pies del monte Sinaí, se ha construido un nuevo ídolo de oro, y la masa sin conocimientos y sin personalidad, corre presta a situarse en primera fila, para que se les vea bien, para que todo el mundo sepa que están en la onda.

   Y mientras yo, ....como siempre......contra corriente.......

lunes, 17 de septiembre de 2012

DAMNATIO MEMORIAE


   Mis queridos lectores saben que, además de ser una especie de ratón de biblioteca, me gusta especialmente leer, saber, indagar y aprender de los principios de nuestra civilización. Me apasiona descubrir cómo se forjó el mundo en que vivimos y cómo nacieron las instituciones y se fraguaron las fronteras, los reinos, las alianzas y las estrategias militares que parieron el mundo que hoy conocemos.

   Por eso absorbo con fruición todo texto, ya sea de ficción histórica o ensayo puro y duro, que me traslade al Acrópolis o a la Escuela griegas o con el que de repente, me descubro en medio de la construcción del Coliseo Flavio o la vía romana que conducía al Senado.

   Así, en estas inmersiones por la antigüedad clásica, aprendí una figura curiosa, cargada de significado y potente como ella sola como representación de la dignidad y el respeto que aquellos ciudadanos concedían a su patria, ya fuera Roma o Grecia.

   Llegó un momento en la historia de Roma en que los Cónsules fueron "sustituidos"  por los Emperadores como su máximo gobernante, y así, tras la muerte de Julio César, el balance del reinado de un emperador se hacía después de su muerte. Tras el deceso del "Imperator Caesar", el Senado convocaba una sesión extraordinaria en la que se decidía si el gobernante fallecido se había convertido en un dios y merecía culto público. Si el Emperador había sido un buen gobernante y había contribuido al engrandecimiento del Imperio, el Senado decretaba la Apoteosis, cuyo significado era que el emperador fallecido obtenía la deificación, ascendiendo al cielo de los dioses.

   Pero si el César había sido un gobernante tiránico e inmerecedor de la gloria de Roma, el Senado romano decretaba la "Damnatio Memoriae".  Significa literalmente 'condena de la memoria'. Mediante esta práctica, como su propio nombre indica, se condenaba el recuerdo de aquel que había sido considerado un enemigo del Estado tras su muerte. Si el Senado Romano decretaba oficialmente la Damnatio Memoriae, se procedía a la "abolitio nominis": borrar su nombre y eliminar todo cuanto recordara al condenado.

Incluso se llegaba a la prohibición de usar su nombre. Se destruían  todas las estatuas, imágenes, monumentos, inscripciones, ..etc, de dicho emperador hasta llegar a raspar su efigie en todas las monedas para que no quedara rastro alguno sobre la existencia de aquel Tirano. Durante el siglo I el Senado ordenó una damnatio memoriae para el emperador Calígula, otra para Nerón y, finalmente, otra más para Domiciano.

   Y, sin estar de acuerdo con la "abolitio nominis", pues creo que los errores no deben ser enterrados, sino todo lo contrario, expuestos públicamente para que las siguientes generaciones podamos aprender de ellos, no dejo de admirar la capacidad de aquellos primeros ciudadanos de amar y respetar a su madre patria. Esa fue la grandeza de su Imperio. Y su fortaleza. Esas fueron las bases sobre las que se cimentaron siglos de supremacía romana. La creencia absoluta y ciega de que Roma, y lo que ella significaba, civilización, progreso y cultura, estaba muy por encima de cualquiera de ellos, incluso de su Emperador.

   Y así, aquel gobernante que olvidaba el fundamento de su misión, contribuir al engrandecimiento de su ciudad, de Roma, de su leyenda y su legado, era condenado al olvido, a la indiferencia y al desprecio más absoluto. El Senado hacía saber al mundo y a la Historia que los condenados habían sido indignos de su condición de romanos. Y ese era el peor de los castigos. Despojados de su mínima dignidad, eran arrojados al Tártaro para que se las vieran con el mismísimo Plutón con las manos vacías y sus espaldas cargadas con sus culpas.

"Damnatio Memoriae"...... ¡¡¡¡ que tiempos aquellos !!!!










domingo, 9 de septiembre de 2012

YO NO SOY ESA


   "Yo no soy esa que tu te imaginas, una señorita tranquila y sencilla, que un día abandonas y siempre perdona, esa niña si... no... esa no soy yo" 

   Así empieza la archiconocida y "clásica" (me sabe mal decir antigua) canción. Y no es que dude de que a estas alturas de la película, tirios y troyanos sepan ya que, desde luego, yo no tengo nada de tranquila ni de sencilla y mucho menos de perdonar los abandonos, pero es que cuando mis instintos me han gritado la necesidad de explicar lo que quiero explicar en esta nueva entrada de mi diario digital, esa, y no otra, ha sido la frase que se me ha venido a la cabeza. Y como mis queridos lectores saben, no soy yo mujer de ir en contra de mis impulsos, así que, ea, aquí está el título: "Yo no soy esa".

   Y es que tengo la necesidad vital de explicarle al mundo que yo no soy igual. Que no soy de esa clase. Que se puede ser como yo, pero no al modo rancio y anticuado que huele a naftalina y pasado.

   Sí, amigos, sí. Estoy hablando de política. 

   Intentaré poner orden en mis atropellados sentimientos para tratar de proporcionar oportuna luz sobre el caso. En mi querido pueblo, estamos celebrando en estas fechas (cuando se publique esta entrada habrán terminado sólo unas horas antes) las fiestas populares y patronales, y dentro de los actos tradicionales de la parte popular, desde 1912, cada 2 de Septiembre, celebramos lo que nosotros llamamos la "Festa de la Font". En ella celebramos la primera vez que brotó agua de la fuente que el entonces Ayuntamiento había comenzado a construir en el centro de la Plaza mayor del pueblo casi dos años antes. 

   Aquellos que gustan de numeritos y cuentas, seguro que ya han colegido que este año, se cumplen 100 años de aquella efeméride, y el actual Consistorio, frotándose las manos con cicatería, decidió presto no dejar pasar la fecha sin aprovechar la ocasión para su mayor gloria y engrandecimiento. Para tal fin, y  entre otras cosas, han editado una publicación que deje documento gráfico de la conmemoración. Y de paso, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, contribuir un poco más a esa extraña megalomanía de nuestro "dignísimo" (¿¿??) primer edil, volver a obsequiarnos con sus fotos y su nombre impreso por doquier. (este asunto de la "querencia" del arcarde y consorte (y/o/u primera dama) por salir en una foto merece sesudo estudio aparte y es digno de una entrada para él solito...así que todo se andará). Hasta ahí, y soslayando con dificultad la paginita exclusivamente dedicada a las fotos de toooodooos los miembros de la Corporación (en este punto, he de hacer un receso para recordarle al lector despistado que, sí, seguimos hablando de una publicación pergeñada para congratularnos del nacimiento del agua, y no de un programa electoral.... al menos, en teoría...), todo es más o menos asumible. Pero cuando ya se me suicidan los pocos pelos que quedaban en mi maltrecho sombrajo, es cuando mis ojos sufren el shock de leer la página 36. 

   Título: "Autoritats d'Alfafar any 2012". Y en ella se dedican a nombrar, uno a uno, a todos los miembros del Ayuntamiento (sí..... otra vez.....), juez de paz, secretaria general, YYYY ¡¡¡AL SEÑOR CURA!!!

                                                                       
   Repetimos, como las famosas natillas: 2012, autoridades municipales, el cura. Todo en la misma frase.

   Amos, no me jodas. Que en pleno siglo XXI los que me gobiernan sigan considerando al señor párroco una autoridad MUNICIPAL.... manda güevos!!!

   Yo soy católica, apostólica y romana. Creo firmemente en Dios y en los ritos cristianos (los de verdad, eh...no los del "triste"...). Y como miembro de la feligresía alfafarense respeto en grado sumo a mi párroco, y le concedo la "potestas" moral que su condición de representante de Dios en la tierra le concede. Pero de ahí, ha convertirlo en autoridad, hay un largo trecho, oigan.

   Y es aquí cuando, por primera vez en mi vida, comprendo mínimamente a todos esos personajillos situados en las izquierdas ideológicas que a todos los de derechas nos meten en un mismo saco, revueltos con Franco, Mussolini, Hitler, y la madre que los parió a todos. Y es que con lecturas como ésta, no me extraña......

   Pero no, oigan, no. Yo soy católica, de derechas, conservadora, tradicionalista, derechista, ...y todo lo que quieran llamarme. Pero no soy de éstos. Yo, no soy esa.

   Y es que, gracias a Dios, éstos, derecha de la derecha, son la excepción que confirma la regla. O eso espero.......

   Porque como dijo el propio Jesucristo: " A Dios lo que es de Dios, .... y al César, lo que es del César"

domingo, 2 de septiembre de 2012

PUNTOS DE VIDA.



   La Declaración Universal de los Derechos Humanos, nuestra Constitución, toda nuestra legislación, la legislación de la práctica totalidad de los países que conforman el mundo, la propia lógica y la propia moral humanas, nos dicen que todos los individuos tenemos derecho a lo más básico: que se reconozca nuestra dignidad como seres humanos.

   Es el Fundamento básico del Derecho y de cualquier democracia. Todo sujeto tiene derecho, y la sociedad tiene la obligación de proporcionárselo, a que como persona, se le acepten su derecho a la vida, juicios justos, condenas proporcionadas y condiciones mínimas de higiene personal y mental, consideración y respeto en el caso de cumplimiento de una condena.

   Así es en todo el orbe, y por Dios que estoy conforme con ese respeto por lo que supone la condición humana. De hecho, es una de esas lecciones sacadas de la facultad de Derecho que están grabadas a fuego en mis entrañas, digeridas y asimiladas por mi. Para que exista justicia, hasta el más cruel de los asesinos debe tener una defensa y un juicio ecuánime. Y sigo pensándolo.

   Ahora bien, hay momentos en los que la dura realidad viene a golpear esos profundos cimientos y hace tambalearse el edificio de mis principios (últimamente, eso pasa demasiado en mi vida.......). Y es que estos últimos días, convivimos con la posibilidad de que un animal como Bolinaga, el etarra que secuestró, torturó, atormentó y martirizó sin piedad y sin clemencia alguna a José Antonio Ortega Lara durante 532 días sea liberado. Casi un año y medio de secuestro y dolor. De sufrimiento y de lágrimas. De crueldad y ensañamiento. Con él y su familia. Y con todos nosotros.

   Esa bestia tuvo las entrañas, junto a otras tres alimañas, de tener encerrado a un ser humano quinientos treinta y dos días y quinientas treinta y dos noches en un zulo de condiciones penosas: muy húmedo (pues se encontraba a pocos metros del río Deva), sin ventanas y situado bajo el suelo de una nave industrial, tenía unas dimensiones de 3 metros de largo por 2,5 de ancho y 1,8 m de altura interior. Ortega Lara sólo podía dar tres pasos en él. Disponía de la luz de una pequeña bombilla y sólo fue alimentado con frutas y verduras. No podía salir del habitáculo y sus necesidades las hacía en un orinal, en el que recibía también el agua para asearse. En el momento de su rescate, Ortega Lara había perdido 23 kilos, masa muscular y densidad ósea. Sufría de trastornos del sueño, estrés postraumático, ansiedad y depresión. Más tarde supimos que estuvo a punto de suicidarse.

   Pero ahora, el salvaje tiene cáncer. Y la legislación, y la sociedad, y el sistema español, ese que él no respetó, ese que él pisoteo e hirió en lo más profundo le debe el respeto a su dignidad humana. Y debe proporcionarle la posibilidad de morir dignamente, fuera de la cárcel y rodeado de sus seres queridos.

   Y la legislación, y la sociedad, y el sistema español, ese que él no respetó, ese que él pisoteo e hirió en lo más profundo debe olvidar su delito. Debe olvidar que una vez detenido, él y sus compinches, se negaron a desvelar el emplazamiento del zulo, pretendiendo con eso que el secuestrado, torturado y denigrado sobrepasando todos los límites existentes, muriera finalmente de inanición y abandono.

   Y el moribundo y su gentuza, pretenden convencernos de que ese, y sus compañeros de piara, tienen una dignidad que respetar. Y aquí es dónde mi alma sufre la conmoción al enfrentarse al dilema. ¿Respetar los principios básicos que nos convierten en una comunidad digna, o no? ¿Respetar a los que no se lo merecen, o no? Pues yo digo, queridos lectores que no.

   Y es que la solución es mucho más sencilla de lo que parece. Porque tal y como yo lo veo, los derechos humanos y el derecho a la dignidad son eso, derechos, pero no OBLIGACIONES.

   Cada individuo nace humano, propietario de su dignidad intrínseca y el respeto debido a ella. Pero también nace libre. Y dentro de esa libertad, decide seguir sus propios instintos de humano, o renunciar a ellos. Y si el individuo renuncia a sus privilegios de humano, yo, la sociedad, no tengo por qué respetárselos. Él renunció a ellos. Los vendió al Diablo. Y en el Infierno se pudren, junto a su alma.

   Cada uno de nosotros nacemos con un carné con puntos de vida. Es nuestro derecho inalienable, universal y absoluto. De nosotros depende conservarlos o no. Mientras nuestro carné siga lleno, tendré derechos y capacidad para exigir su cumplimiento. Pero si los pierdo todos, si un juicio justo, si los mecanismos democráticos del Estado, si la legislación local, estatal y universal y si la sociedad constata que he matado mi propia humanidad, pierdo la condición de ciudadano, de humano, de persona, y con ello, TODOS mis derechos y mi capacidad para exigir su cumplimiento.

   Bolinaga perdió todos sus puntos. No es humano. No tiene derecho. A nada.

   Y aún así, y después de todo lo dicho, creo que aceptaría un supuesto en el que se le podría sacar de la cárcel para que no muera allí.

   Si lo hacen para meterlo en el zulo en el que Lara agonizó durante 532 días. Que allí termine su patética vida. Sólo así se le tratará con la dignidad que se merece.