lunes, 26 de septiembre de 2011

ALFA Y OMEGA

   Hace unos días, en el Cementerio de Alfafar se celebró la misa de la novena dedicada a los difuntos. Como todos los años, acudí a ella, con la diferencia de que esta vez iba más acompañada. Por caprichos del destino, era día 11 de Septiembre, y ese era el día en que mi abuelo cumplía años. Este ha sido el primer cumpleaños en el que no ha podido estar presente con nosotros para celebrar su onomástica, así que fue la familia la que se desplazó a su nueva casa para celebrarlo con él.

   Durante la homilía, el sacerdote se refirió a Cristo con esa frase que a mí siempre me gustó. Él es el Alfa y el Omega, que para los neófitos viene a querer decir que Cristo es el principio y el fin utilizando para el símil la primera y la última letra del alfabeto griego. Alfa y Omega.

   Unos minutos después, para mí esa frase consiguió un nuevo significado. Mientras en familia, volvíamos a casa paseando, cogió la delantera mi sobrina la mayor. Violeta. Ocho años. Inmediatamente hubo un pequeño gritito: "Tetaaaaa" y una corta carrera de mi sobrina la pequeña. Paula. 18 meses. Paula corrió a coger la mano de su teta mayor, y le dedicó una mirada de cariño mezclada con admiración que me resultó tan familiar, que como si se hubiera tratado de un hechizo, me transportó a mi infancia y a su felicidad.

   Mi prima y yo caminábamos unos pasos detrás de las niñas, y al contemplar la escena, me giré a mi prima y le dije: "Conozco esa sensación. El mismo sentimiento que Paula tiene por Violeta, lo tenía yo por tí cuando éramos pequeñas". Con una sonrisa de oreja a oreja ella me contestó: "Lo sé. Recuerdo que el día de mi comunión no te apartabas de mi lado. Querías ir de mi mano a todas horas". Las dos reímos abiertamente recordando nuestra infancia y nuestro cariño mutuo.

   Entonces pensé, esto sí es el alfa y el omega. Mi prima y yo éramos el alfa, y su hija y nuestra sobrina eran el omega. Hace años nosotras dos tuvimos la suerte de criarnos en una gran familia. Siempre juntas. Yo tuve la oportunidad de aprender muchas cosas de mi teta mayor y ella tuvo la oportunidad de enseñarme y guiarme en la vida. Ahora, una nueva generación de mi familia sigue los mismos pasos, y la prima pequeña aprende de la mayor mientras la mayor pone carita de suficiencia por la tozudez de la pequeña.

   Aquellos que me conocéis, sebéis que soy hija única. O al menos lo fuí hasta que apareció Luda en nuestras vidas. Pero también sabéis que jamás he sentido la soledad de los hijos únicos. Y eso se lo debo a mis primos.

   Para siempre llevaré en mi alma la felicidad de aquellos veranos juntos en Altura. Horas y horas de juegos infantiles que me ayudaron a crecer. Todos los días doy gracias a Dios por haberme otorgado la dicha de tener dos primos como mis primos Carol y David. Más que primos, son mis hermanos. Ahora somos mayores, pero el cariño y el sentimiento fraternal sigue intacto. Cada vez que nos miramos seguimos viendo a los mismos niños que compartieron veranos, pascuas, cumpleaños, .... y el día a día en una familia que se quiere por encima de todo. Es un verdadero regalo haber nacido en mi casa. Y es un regalo aún mayor comprobar que las últimas generaciones continuan la misma senda.

   Mis sobrinas un día se convertirán en el alfa y sus propias sobrinas serán su omega. Y así, durante años, todo un legado de amor y de lazos familiares perdurarán en este mundo para hacer de él algo mejor.

   Yo soy mi familia. Mi familia es yo. Y no hay mayor regalo, ni mejor herencia. Amén.

lunes, 19 de septiembre de 2011

TE QUIERO.

   Apenas son ocho letras. Dos palabras. Y sin embargo se convierten en todo un mundo para algunas personas.

   En la sociedad actual no está de moda demostrar los sentimientos. Antes eran los hombres los que lo tenían prohibido. "Los hombres no lloran". Ahora eso se extiénde a todos. Ni hombres ni mujeres pueden demostrar sus sentimientos sin que se les tache de pusilánimes o incluso retrógradas.

   Y, evidentemente, no estoy hablando de los sentimientos entre parejas. Ese es un mundo demasiado complejo como para meterme aquí en tan pequeño espacio. Como se dice vulgarmente, cada pareja es un mundo, y allá cada una con sus demostraciones de cariño entre los dos.

   Hablo de demostrar sentimientos entre hermanos, padres, todo tipo de familiares y amigos. Personalmente, soy una persona cariñosa. Más que eso, .... yo diría pegajosa. Me explico. Necesito piel con piel. Necesito del roce de las personas que quiero. Necesito sus besos y sus abrazos. Y si no que se lo pregunten a mis primos, ... o a mis sobrinos. Siempre los tengo abrazados. Los achucho, los besuqueo, los chupeteo, los abrazo hasta agobiar. Para mi no hay nada más relajante que abrazar a mi "tete" David y escuchar su corazón. Ellos lo saben. Me conocen desde siempre y me aceptan tal como soy. El problema vien cuando salimos del ámbito familiar.

   Afortunadamente para mi, mis mejores amigos también lo saben, y además tengo la suerte de que mis dos "hermanas no de sangre" son igual que yo, con lo que nos pasamos el tiempo dándonos achuchones y besos.

   Pero, ¿¿y aquellos que no me conocen tanto?? ¿¿¿Qué piensan de mí cuando les pido abrazos o les digo te quiero???. Para mi es importante decirle a mi gente que me importa, y por eso para mí es natural decirles "te quiero". El problema es que por desgracia, en la vida que vivimos no es habitual. Suena raro. Es raro.

   Lo cierto es que jamás me ha importado mucho lo que lo demás opinen de mí, y este caso no va a ser una excepción. Yo necesito oir que mi gente me quiere y por tanto no voy a dejar de decírselo yo a ellos. Si a alguién le parece mal, le suena extraño o le parece retro.... que se vaya acostumbrando.

   Son pocos los que en mi vida se han ganado esas dos palabras, esas ocho letras. Pero los que lo han hecho, lo han hecho para siempre. Y para siempre tendrán un abrazo, un beso y un te quiero esperándoles en mis brazos, mi boca y mis labios. A pesar de todo, y de todos. Incluso de ellos mismos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

PARA LOS QUE NOS BAJAMOS DE LOS TRENES ....

   Todos hemos oido alguna vez, la frase recurrente de "súbete a este tren, que aún estás a tiempo". Ovbiamente, yo también. Y pensando seriamente en ella, lo que a mi me surge es una pregunta, ¿qué pasa con los que cogimos hace muuuuuucho tiempo trenes cochambrosos y solitarios, creímos en ellos, los limpiamos, los pintamos, los amueblamos y después de todo el esfuerzo, tuvimos que tirarnos en marcha?.

   Los que sois listos, ya habéis entendido vosotros solitos que esto es una metáfora de la vida, pero como nunca se sabe quién puede llegar a leerte, lo dejaré claro. Esto es una metáfora de la realidad.

   Por desgracia, el género humano es capaz de lo mejor, pero también de lo peor. Estoy segura de que todos habéis padecido la situación de la que os hablo. En un momento determinado de nuestras vidas tomamos una decisión extraña. Decidimos apostar por una empresa, una asociación, un grupo de amigos, un partido político, .... etc, en el que nadie cree. Soportamos las burlas de "la competencia". Asumimos con resignación las críticas de los amigos que te dicen, ¿pero tú qué haces ahí?...si con eso no vas a ningún sitio..... Y aún así, nosotros creemos en las posibilidades de nuestra apuesta. Estamos convencidos de que somos capaces de ver algo que los demás ni imaginan. Nos creemos una especie de iluminados a los que ha sido regalado el don de ver más allá de las cosas.

   Y a partir de ese momento, luchamos con uñas y dientes por mejorar nuestro nuevo reto. Trabajamos duro para que no sea tan pequeño. Le pintamos la cara para mejorar su aspecto. Hablamos de ello para hacer publicidad. Le dedicamos horas y horas de nuestras vidas y de nuestros sueños. Y el peor de los errores, es que le dedicamos toda nuestra ilusión.

  El siguiente paso, es invitar a amigos y conocidos a subirse a tu tren. Ese tren que todos miran con recelo e incluso con aprensión. Y como ya esperabas, comienzan las negativas. Nooooo, es que...... yo no puedo definirme por uno sólo..... Noooooo, es que ......... yo no tengo tiempo....... Nooooo, yo te ayudo lo que quieras..... pero sin que se entere nadie.........

   En la intimidad piensas que son unos cobardes, pero en el fondo te consuelas porque al fin y al cabo, lo hacen porque no ven más allá.

   Y llega el momento en que los esfuerzos dan resultado. Por fin tu tren reluce y tiene cosas que ofrecer. Tú, y los pocos valientes que se subieron contigo, habéis conseguido que el tren sea atractivo. Que tenga tres vagones más. Que haya tres críticas menos. Que la gente pregunte por él y que se gire a mirarlo cuando pasa.

   Y entonces te sientes orgulloso. Sientes que el esfuerzo, el trabajo y la ilusión han valido la pena. Que ha sido duro, pero que ahí está tu creación. Y .... fin del cuento.

   En ese momento, todos aquellos que criticaron, negaron, rechazaron e incluso consintieron su ruina, comienzan a despertar. En ese momento, empiezan a encontrar las ventajas de tu tren. Comienza a gustarles su color, su modelo, su motor, e incluso su conductor (conductor del que años antes habías tenido que oir: "mientras conduzca el/ella, no me subo ni muerto....). Y como haciéndole un favor a tu tren, empiezan a subirse. Y de repente empiezan a sentirse cómodos. Y de repente, comienzan ha hacer cambios en la decoración.

   Y el problema es que a tí te pillan cansado. Tu le has dedicado tus energías durante años. Has ejercido de defensa titular durante décadas, partiéndote las piernas con los delanteros contrarios. Y de repente, te ves superado por aquellos que chuparon banquillo durante todo ese tiempo. Reservándose. Relamiéndose al pensar que atacarían en tu momento más débil. Y así, casi sin darte cuenta, te empujan del tren. ¡ FUERA !. Ya no nos vales. Sabes demasido de los cimientos del tren. Ahora hay un nuevo amo, y no interesan los que saben demasiado. Y te das cuenta de que si estuvieras en el antiguo Egipto, serían capaces de enterrarte junto al Faraón, porque conoces el mapa de la pirámide.

   Y entonces, tu tren, ya no es tuyo. Esa criatura que tanto esfuerzo te había costado criar, ya no es nada tuyo. Es un completo desconocido. Tiene un nuevo color, un nuevo rumbo. Y lo ves alejarse por las vias que tú has construido, y las lagrimas desdibujan su contorno tras la estación.

   Y ya sólo queda vacío. Te han robado a tu criatura. La han arrebatado de tus brazos sin piedad ni compasión. Se la han llevado sin atender a tus gritos. Y ni siquiera te han dejado despedirte.

   Seguro que todos habéis vivido en mayor o menor medida una situación como esta. Y este escrito es un homenaje a todos vosotros.  A los que alguna vez os subistéis a un tren, ..... pero elegistéis el momento equivocado. Para vosotros, los que os habéis tenido que bajar. O para los que os han tirado.

   Lo importante no es el tren. Sino lo que aprendistéis en su construcción. Ahora, ya sabéis hacerlo. Si sois lo suficientemente torpes o masocas, sólo tenéis que compraros otro.

lunes, 5 de septiembre de 2011

LUCES Y SOMBRAS

   Hay una frase del cantante y compositor británico John Lennon que dice que "La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes." Cuanta verdad encierran esas palabras.

   Los seres humanos nos pasamos la vida haciéndo planes, esperando con ansía los momentos que hemos preparado con ilusión y cariño, desesperando con lo lento que marcha el reloj cuándo lo que esperamos es diversión o felicidad y maldiciendo las prisas de sus manecillas cuando lo que nos aguarda es dolor o desesperanza. Pero en definitiva, nos empeñamos en desafiar al destino urdiendo planes con antelación.

   Afortunadamente, en la mayoría de los casos los planes se cumplen. Y digo afortunadamente con conocimiento de causa. Aunque los acontecimientos que se esperan sean objetivamente malos, la mente humana se siente reconfortada porque se ha seguido el plan. Todo ha salido tal y como estaba previsto. Sea bueno o sea malo, los humanos nos sentimos seguros mientras la vida transcurre según un orden o un plan.

   Pero hay veces, momentos en nuestras vidas en los que ese orden se ve fracturado de repente. Y siempre es una fractura seca, cruel. Un corte profundo y preciso que te desgarra el alma con la precisión de un bisturí en manos del mejor de los cirujanos. Y lo es por lo inesperado. Porque se quiebra el plan. Porque no se sigue el orden. Porque en una décima de segundo te das cuenta de que todo puede cambiar, y lo peor de todo es que no puedes hacer nada para evitarlo.

   Entonces el golpe es más duro. El dolor, más agudo. La sensación de inseguridad, insoportable.

   Los humanos nos empeñamos en poner orden en un universo que no controlamos. Nuestras pequeñas mentes intentan soportar la vida poniéndole vallas al campo. Pero en estas ocasiones, el destino nos abre los ojos a la fuerza y nos deja en medio del infinito, desnudos ante la inmensidad del todo e indefensos ante la idea de no poder ejercer control sobre lo más básico que tenemos, nuestra vida y la de los nuestros.

   Ante esta fractura, ante el desconsuelo supremo de sabernos marionetas en manos de un destino, a veces cruel y despiadado, el único antídoto capaz de ser administrado es el del AMOR.

   Y no hablo del amor de parejas (aunque obviamente esta incluido). Hablo del amor en mayúsculas. Del sentimiento de unión con tus iguales, con tu gente, con quienes te conocen, con quienes comparten tu viaje por la vida. Y quizás esa sea la única contradicción que se le escapa al destino. Y estoy convencida de que esa es la única razón que nos permite levantarnos tras el golpe y desafiar a la falta de plan y de orden, una y otra vez.

   Porque es en esos momentos de fractura inesperada dónde se produce el milagro de la demostración del amor de verdad. Del cariño desinteresado que las buenas personas saben ganarse. La ley no escrita del equilibrio, en esos momentos de dolor infinito, nos permite a los humanos demostrar que el amor también es infinito. Y como gran consuelo, nos permite saber que al final será ÉL quién gane. Será ÉL quién tarde o temprano mitigara nuestro duelo y pondrá vendas a nuestras heridas. Porque el Amor, es algo que nunca podrá arrebatarnos nadie. Porque siempre irá con nosotros. Incluso más allá de la muerte.

   Los amigos sabéis porqué escribo esto. Los amigos hemos sufrido ese cambio de plan. Hemos sufrido la fractura dolorosa del no control del destino. Pero afortunadamente para nosotros, y aunque ahora no seamos capaces de verlo, también hemos sido testigos del más grande de los triunfos del hombre. El del amor incondicional y la amistad verdadera. Hemos conocido que el dolor de uno, es el dolor de todos. Y eso, queridos amigos, significa que aún tenemos esperanza. Que mientras no estemos sólos, nuestra voluntad será capaz de traspasar las fronteras del destino. Que el amor, nos seguirá para SIEMPRE.

   El destino ha vuelto ha darme una lección. Los amigos han vuelto a enseñarme que nosotros somos más fuertes. Gracias por ello. Gracias por devolverme la ESPERANZA.

   Destino, ¡¡ retrocede !!. ¡¡¡¡ Nuestras almas son más fuertes !!!!!